El Observatorio

El mundo de hoy se caracteriza por el incesante cambio. La nueva sociedad del conocimiento es también la sociedad del aprendizaje, entendido éste en su contexto más amplio: un aprendizaje a lo largo de toda la vida

El aprendiz, como protagonista, necesita no solo aprender y entender lo que aprende, sino también trabajar con dicho conocimiento, adaptarlo a las diferentes y cambiantes situaciones con las que se va a encontrar y a su entorno, actualizarlo, seleccionar lo que es adecuado según el contexto en el que se mueva en cada momento.

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El mundo ha cambiado, la educación no

En las últimas décadas el mundo se ha globalizado, y los avances técnicos son enormes en todos los ámbitos. Sin embargo, parece que la educación sigue anclada en el pasado.

La forma de enseñar apenas ha cambiado, a pesar de que sí lo ha hecho la sociedad y con ella nuestros alumnos.

Incluso en aquellos casos donde la tecnología sí ha llegado a las aulas, en forma de tabletas, pizarras interactivas o  teléfonos móviles, apenas se ha producido un cambio significativo. La tecnología por sí sola no es suficiente ya que se necesita un cambio metodológico y de mentalidad.

Innovación educativa

No cabe duda de que la innovación es una pieza clave en muchos ámbitos, y por supuesto en el formativo.

A pesar de eso, es un concepto no siempre bien definido, por lo que solo siendo conscientes de los problemas de la educación y considerando que existen muchos retos a superar, es posible comprender la auténtica necesidad de innovación.

La innovación se puede abordar desde diferentes niveles y debe ser capaz de propiciar un replanteamiento de los objetivos que se persiguen, con la posterior intervención que nos conduzca hacia ese nuevo escenario que buscamos.

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Transformando la educación, transformamos la sociedad

La educación es una parte esencial de la vida de las personas, y es evidente su poder para transformar la sociedad.

Nuestro sistema educativo actual podría ser mejorable en muchos aspectos. No solo hace falta un asentamiento en sus planteamientos, dados los constantes cambios de normativa y de manera de actuar a los que ve sometido, sino que además en muchas ocasiones resulta demasiado rígido y uniforme.  

No se adapta a los intereses y aptitudes de todos los alumnos, lo que está dando lugar a unas tasas elevadas de fracaso escolar y de frustración.

La educación debería ser esta herramienta para transformar la sociedad, y nunca convertirse en una copia de esta, que acentúe las situaciones de desventaja con las que muchos estudiantes llegan a la escuela.

Por ello, otro de los grandes retos del sistema educativo es mejorar los resultados académicos y combatir las desiguadadades.

Inclusión educativa

Los niños con características diferentes o con algún tipo de dificultad especifica del aprendizaje, que en ocasiones nada tiene que ver con su capacidad real, son los grandes perjudicados por varias razones:

  • un sistema que frecuentemente no tiene en cuenta sus diferencias,
  • una metodología que no se adapta a sus características particulares
  • unos sistemas de evaluación que no solo no son ecuánimes sino que en muchas ocasiones les penalizan, y sobre todo
  • un entorno que no solo está alejado de su realidad sino que además no se enriquece con las enormes posibilidades que tienen estos niños

Los docentes tienen una gran responsabilidad en esta tarea, ya que no solo deben tener los conocimientos precisos, sino que de ellos parte el generar la motivación y dar el apoyo necesario para que todos y cada uno de sus alumnos ganen en confianza y crezcan en un ambiente motivador, donde se tenga en cuenta el esfuerzo individual, y las características y fortalezas de cada uno.

En este sentido, cada vez se hace más necesario un cambio de enfoque más acorde con una educación inclusiva, donde se valore la diversidad de cada niño como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza aprendizaje, donde se reconozca que todos somos distintos, y que las diferencias son inherentes al ser humano.

Donde la escuela desarrolle nuevas estrategias de enseñanza que den respuesta a esta diversidad de características que presentan sus alumnos, y se beneficie de ellas.

De nada sirve intentar conquistar determinados objetivos parciales si estos no pueden ser alcanzados por todos por igual, por eso las metas de la escuela inclusiva son ambiciosas: aceptar todas las diferencias y reinvertirlas en beneficio de todos sus integrantes.


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